El 5º Festival Internacional de Cine Invisible que se celebra estos días en Bilbao vuelve a dejarnos un año más piezas muy interesantes de cine social. En este caso, voy a reparar especialmente en la obra documental Colombia Invisible del periodista bilbaíno Unai Aranzadi. Durante algo más de una hora, asistimos a una exposición del conflicto que atenaza a Colombia desde hace medio siglo a través de la historia de quien más lo sufre: el pueblo. Así, Aranzadi alterna potentes testimonios visuales de las durísimas condiciones de vida en la que viven muchos colombianos con las intervenciones de importantes personalidades críticas con el Gobierno, cuyas actividades ilegales han tratado de exterminar a las fuerzas de oposición y movimientos sociales que abogan por la paz del país.
El metraje responde al perfil de lo que Aranzadi busca en sus trabajos: golpear fuertemente a la conciencia del espectador gracias a las crudas imágenes que muy pocas veces se muestran y al señalamiento inequívoco de cuáles son las causas del conflicto, a quién le beneficia la guerra y cómo afecta a la sociedad colombiana, que todavía hoy sufre la violencia de una manera más selectiva mediante el asesinato de líderes sindicalistas e indígenas.
Colombia Invisible es un documental abiertamente antiimperialista que no tiene reparos en mostrar las caras visibles de los explotadores del pueblo. Como en la escena de la inauguración del puerto de agua dulce, en la que el presidente Santos satisface la imperiosa necesidad de los empresarios españoles de saber que Colombia es su patio trasero en el que pueden hacer y deshacer a su antojo, mientras que a pocos metros del fastuoso evento niños desplazados mueren por falta de medicamentos. Es la escena más lograda, más poderosa emocional y simbólicamente que graba y monta notablemente Aranzadi, que quizás falla en el apartado sonoro y musical en algunos momentos del film.
Sin embargo, la honradez del documental va más allá, como he mencionado antes, al no esconder las verdaderas causas de la guerra civil que azota a tantos colombianos. Por ello, el problema de la tierra –eterna razón de los movimientos sociales del continente– adquiere una importancia merecida al situarse como telón de fondo, sin el cual no se puede afrontar una verdadera resolución al conflicto de un país donde el 1% de la población posee el 80% de la tierra. Aranzadi coloca en su justo lugar a las transnacionales de la fruta que llevan un siglo desangrando a Latinoamerica. Lo que nos lleva al problema de la violencia.
"Si ves el mapa de las transnacionales y el del paramilitarismo en Colombia, son practicamente idénticos", dice uno de los entrevistados por Aranzadi en el documental. El paramilitarismo se dedica a defender los intereses de las poderosas multinacionales extranjeras desde hace décadas, permitiendo que el Ejército no se manche las manos más de lo necesario en su lucha contra todo lo que se opone al Gobierno. Especialmente desgarradora resulta la historia de la Unión Patriótica, partido de izquierdas que defendía la lucha pacífica y que fue aniquilado militarmente a finales de los 80, una historia aparte.
Los testimonios que aparecen en la obra han sido amenazados o han sufrido coacciones, según avisa el inicio del documental. Esa sigue siendo la gran aportación de Aranzadi. Ofrecer las voces de quienes más intensamente sufren un conflicto ignorado por la opinión mundial y que merecen ser escuchadas.
Artículos Relacionados:
El periodismo rebelde de Unai Aranzadi
Jambo Amani?: El periodismo-ojo de Unai Aranzadi
No hay comentarios:
Publicar un comentario