Rosa 10: "regenerar es algo así" |
Corren tiempos depresivos en la política española, que parece al nivel de la soberanía nacional. Los escándalos de corrupción del PP -sacados a la luz por periódicos muy ligados al sistema de la transición: El País y El Mundo- han sido la puntilla a una clase política peor valorada que nunca por los ciudadanos españoles, según el CIS. Es evidente que muchos de los que pasan a formar las filas de los grandes partidos políticos tienen como objetivo hacer negocio - "Yo estoy en política para forrarme". Es comprensible pues que el ánimo de los españoles a la hora de interesarse por la política haya decaído pero resulta irresponsable en estos tiempos que corren para el país, además de favorecer a los intereses de quienes no quieren una sociedad culta y crítica.
En esta ola de desprestigio de la clase política -"porque son todos unos ladrones", oirán- se está asentando como cierto e inalterable el triste axioma de que el poder corrompe. Incluso hay quienes aducen a la teoría de Maquiavelo para hacer dicha sentencia inmutable. Habría que preguntarse qué es el poder. Si lo entendemos como una relación de balanzas no sólo en el ámbito político sino en el social en general, la teoría de que el poder corrompe queda en evidencia. Al fin y al cabo, existen multitud de relaciones de diferente poder a nuestro alrededor -familia, trabajo, estudios... ¿Acaso el profesor se corrompe por el hecho de poseer mayor poder que el alumno? Nadie se plantearía esto, nadie en su sano juicio. La mayoría de los políticos corruptos son personas corruptas -de ahí la frase del anterior párrafo atribuida a Zaplana- que usan la política para sus intereses particulares. Si hay algo corrupto es la sociedad en general que "justifica sus propias vergüenzas" cuando dice que todos los políticos son corruptos, parafraseando a Anguita.
Ciudadanos políticos
Una actitud cómoda y plácida ante este vendaval de miserias es ser apolítico. Se entiende si tenemos en cuenta la nula cultura política de este país. La política como algo ajeno a nosotros, aunque sea algo que condiciona nuestras vidas. Es este aborregamiento lo más preocupante y lo que acabará por perpetuar todos los males que, poco a poco, vamos aceptando. ¿Y qué es la política sino el espacio público donde expresamos nuestro 'yo político'? ¿Acaso no es una extensión más del ser social del que hablaba Aristóteles? El día en que la sociedad comprenda que las acciones del Estado son las nuestras y que sus decisiones nos conciernen a todos podremos afirmar que vivimos en una verdadera democracia. Seremos ciudadanos responsables y no ovejas.
Para empezar a ser ciudadanos dignos, podríamos plantearnos lo acontecido estos días de sobres de una manera diferente a como nos lo quieren imponer desde los medios de comunicación. Plantearnos de dónde vienen los sobres y esos fajos de dinero sería saludable e higiénico para la democracia y es que, si bien el poder en sí no corrompe, sí que hay cierta propensión de las grandes empresas a agasajar a excargos públicos -un saludo a todos los de la puerta giraroria- con la intención de corromperlos en su favor. Quizás los tiros van más por ahí...
Regeneracionistas
Otra alternativa de moda a ser un ciudadano lúcido es ser regeneracionista. Corría finales del S. XIX cuando un aragonés harto del corrupto y fracasado sistema de la Restauración borbónica -siempre hay un borbón dispuesto a cazar con corona- planteó la necesidad de regenerar el país. El historiador y creador de esta corriente de pensamiento se llamaba Joaquín Costa. La figura más peligrosa dentro de esta patética corriente fue bautizada como "cirujano de hierro", que era lo que España necesitaba para recuperar los valores tradicionales y la unidad nacional. De aquella necesidad vino Primo de Rivera y un gallego bajito. Sin menospreciar a Costa, que acertó en parte de sus análisis históricos sobre España, el Regeneracionismo es una idea apta para análisis poco profundos y superficiales -como los que suelen realizar Pérez Reverte y demás líderes de opinión constantemente- pero incompleta ya que olvida importantes cuestiones sobre el sistema económico en el que vivimos.
A este movimiento lo quieren resucitar Rosa Díez y Esperanza Aguirre. Estas dos mujeres comparten muchas cosas -entre ellas la admiración del esperpéntico intelectual Dragó- pero su lucha contra la corrupción y contra la "casta política" es lo más llamativo teniendo en cuenta que llevan treinta años viviendo de sueldos públicos. Estas dos divas de la política -que se merecen un post personalizado- han encontrado poderosos apoyos de liberales y otros despistados que llaman a regenerar la política. A base de Eurovegas, demagogia sin fin y capitalismo, puede que España consiga regenerarse de una vez por todas... Quizás necesitábamos dos "cirujanas de hierro".
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