En Colombia está a punto de producirse un hito en la
historia de Latinoamérica. La Chiquita Brands Company, heredera de la
tristemente conocida United Fruit
Company, va a sentarse frente a la justicia para responder por sus relaciones
con el paramilitarismo colombiano. Esta empresa norteamericana, acostumbrada a
poner y quitar dictadores a lo largo y ancho del continente americano durante
el siglo XX, está acusada de financiar a diferentes grupos paramilitares con el
fin de expulsar de sus tierras a miles de campesinos para poder apoderarse de
ellas y extender sus latifundios. Una práctica que fue llevada a cabo durante
décadas con la complicidad del gobierno colombiano, incluyendo el de Álvaro
Uribe, y que ocasionó alrededor de 11000 víctimas mortales.
Para entender la importancia de este acontecimiento histórico
hace falta remontarse a los inicios y la trayectoria de una empresa cuyo nombre
es sinónimo de terror y muerte para los habitantes de la mayoría de los países
de América Latina.
La United Fruit Company nació en 1899, cuando los
empresarios estadounidenses Minor Keith
y Andrew Preston fusionaron sus empresas de cultivo y transporte de bananos.
Durante sus primeros años de existencia, la UFC consiguió hacerse con cerca del
80% del mercado frutícola estadounidense, hasta que debido a la gran depresión,
sus acciones comenzaron a devaluarse y la empresa fue adquirida por Sam
Zemurray.
Desde su fundación, la United Fruit llevó una política de compras masivas de
terrenos en los países del sur del continente americano, pagando por ellos un
precio mucho más bajo del que sus competidores directos podían permitirse, para posteriormente dejar la mayoría de las
tierras sin cultivar so pretexto de sequias o problemas técnicos. De esta forma
la empresa logró hacerse con el monopolio del mercado de frutas en el
continente americano y controlar por completo los precios del plátano y otras
frutas. Además la empresa, obsesionada
con el logro de grandes márgenes de beneficio, ofrecía a sus trabajadores un
sueldo miserable y unas condiciones de trabajo cercanas a la esclavitud.
Para poder mantener estas condiciones de trabajo sin que sus
trabajadores se revelasen, y para asegurarse de no tener que pagar
prácticamente impuestos por exportar sus productos a EEUU, la UFC comenzó a
implicarse en la política interna sudamericana, sobornando a los abundantes
dictadores que proliferaban por aquella época y reprimiendo salvajemente
cualquier forma de sindicalismo o protesta laboral que atentase contra su
desarrollo, interviniendo activamente en países como Argentina, Colombia, Cuba, Guatemala, Costa Rica y Honduras.
De esta forma la
United Fruit, apoyada por el Departamento de Estado norteamericano, comenzó a
ser la gobernante de facto de los países en los que poseía intereses
económicos. Una de las primeras acciones violentas impulsadas por la UFC que se
conocen, es la “Masacre de las Bananeras” de Colombia, cuando la compañía logró
convencer al gobierno para que reprimiese a tiros una protesta de trabajadores
plataneros, ocasionando 300 muertos.
Pero quizás uno de los hechos más graves en los que ha
estado implicada la United Fruit Company es su participación directa en el
golpe de estado que derrocó al presidente guatemalteco Jacobo Arbenz. Arbenz había sido el candidato de una
coalición de izquierdas que había ganado las últimas elecciones en Guatemala y
consecuentemente con sus ideas y su programa electoral, había diseñado una ley
de Reforma Agraria que pondría punto y final a los privilegios de los grandes
terratenientes y expropiaría las tierras que se encontrasen sin cultivar. Esta
medida suponía un serio ataque contra los intereses de la UFC, que no tardó en
tomar cartas en el asunto.
La empresa norteamericana dio comienzo a una feroz campaña
propagandística contra el gobierno de Arbenz, acusándolo de comunista y
reclamando la intervención de EEUU para liberar a Guatemala de la “bestia roja”. Por aquel entonces el director de la CIA, Allen Dulles era al mismo tiempo socio de la
empresa de abogados que defendía a la compañía platanera. Otros muchos altos
cargos del gobierno estadounidense incluyendo al hermano de Allen Dulles,
desempeñaban importantes cargos en la
empresa.
Finalmente la United Fruit Company, con el apoyo de la CIA,
financió un ejército mercenario que, liderado por el General Castillo Armas,
lanzó desde Honduras una ofensiva militar que acabo con el derrocamiento del
gobierno de Jacobo Arbenz y su expulsión del país tras ser humillado públicamente
en el aeropuerto. Esto sentaría un precedente y en lo sucesivo la UFC
participaría económicamente apoyando el
derrocamiento de numerosos gobiernos progresistas y financiando a sanguinarios
dictadores latinoamericanos.
En 1959, tras el triunfo de la revolución cubana que derrocó
al dictador proyanki Fulgencio Batista, la platanera norteamericana que poseía la mayor parte de los terrenos
cultivables de la isla de Cuba, se prestó a financiar la invasión mercenaria de Bahía de Cochinos aportando parte de su flota para el traslado de los comandos.
Afortunadamente en aquella ocasión los invasores consiguieron ser rechazados y
el pueblo cubano vio como a través de una Reforma Agraria, las tierras que anteriormente
habían estado en manos de los grandes latifundistas extranjeros, eran
repartidas entre los campesinos.
En los últimos años, aparte de las probadas relaciones de Chiquita Brands Company con el paramilitarismo Colombiano, se ha relacionado a la heredera de la UFC con el golpe de estado que en 2009 derrocó al presidente electo constitucional Manuel Zelaya, y le sustituyo por Roberto Micheletti, un político de corte conservador.
Esta es la historia de una de las multinacionales más
poderosas del mundo. La historia de la empresa que sembró el terror en Latinoamérica
durante décadas y que después de cambiar de nombre siguió cometiendo
atrocidades hasta llegar a nuestros días. Lo más probable es que el proceso
penal que se ha abierto contra ella no arroje ningún resultado y alguna cabeza
de turco pague por los crímenes cometidos por una empresa norteamericana en el
nombre y beneficio de los EEUU.
No deja de ser curioso y representativo que los medios de
comunicación hayan obviado prácticamente en su mayoría, la noticia del
macroproceso abierto contra Chiquita Brands Company. Cómo la violencia que vive
Colombia diariamente, es una violencia “aceptable” ya que es un gran aliado de
EEUU y no es conveniente tratar mal a los amigos. Especialmente cuando Latinoamérica
ha empezado a despertar y a liberarse del yugo imperialista que la convirtió en
el patio trasero de EEUU durante lustros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario