Pablo Iglesias y Podemos, los principales triunfadores del pasado 25-M |
En las pasadas elecciones al Parlamento Europeo del 25 de Mayo, destacó (además del desplome del bipartidismo) la irrupción de Podemos. El partido de Pablo Iglesias, con menos de cuatro meses de existencia, logró cinco escaños y se convirtió en la tercera fuerza en comunidades como Madrid o Asturias. Si bien el movimiento liderado por el propio Iglesias, Juan Carlos Monedero, Iñigo Errejón y demás intelectuales anteriormente conocidos por los programas La Tuerka y Fort Apache ha suscitado desde su nacimiento largos debates entre la izquierda, los sorprendentes resultados de los comicios del domingo han colocado a Podemos definitivamente en el panorama mediático, y no hay televisión o periódico de masas que no haya dedicado gran parte de sus crónicas electorales al que es hoy el partido revelación.
Realmente, no se puede entender este éxito sin las constantes apariciones de Pablo Iglesias en horarios de máxima audiencia. Desde que el año pasado comenzara a dejarse ver en los debates de Intereconomía frente a Jiménez Losantos para más tarde convertirse en asiduo de La Sexta Noche y Las Mañanas de Cuatro, la popularidad del profesor madrileño ha experimentado un ascenso meteórico y constante, alcanzando su cénit el pasado 25 de Mayo. Como cada vez que un movimiento progresista consigue resultados electorales esperanzadores, no han faltado ni los grandilocuentes epítetos ni las feroces críticas desde la derecha y ciertos sectores de la izquierda. En este escrito, trataremos de analizar el por qué de los cinco escaños de Podemos y la difícil relación entre los intelectuales de la Tuerka y los llamados ortodoxos, que ni mucho menos ha nacido este domingo.
Realmente, no se puede entender este éxito sin las constantes apariciones de Pablo Iglesias en horarios de máxima audiencia. Desde que el año pasado comenzara a dejarse ver en los debates de Intereconomía frente a Jiménez Losantos para más tarde convertirse en asiduo de La Sexta Noche y Las Mañanas de Cuatro, la popularidad del profesor madrileño ha experimentado un ascenso meteórico y constante, alcanzando su cénit el pasado 25 de Mayo. Como cada vez que un movimiento progresista consigue resultados electorales esperanzadores, no han faltado ni los grandilocuentes epítetos ni las feroces críticas desde la derecha y ciertos sectores de la izquierda. En este escrito, trataremos de analizar el por qué de los cinco escaños de Podemos y la difícil relación entre los intelectuales de la Tuerka y los llamados ortodoxos, que ni mucho menos ha nacido este domingo.
La
importancia de la hegemonía y la comunicación política
Resulta difícil de creer que un
partido tan joven logre cinco escaños, a pesar del descontento general con el
bipartidismo, el apolitismo imperante y el hecho de que las elecciones europeas
favorezcan el voto de castigo. Otros colectivos que irrumpieron recientemente
para regenerar la democracia, como Ciutadans o Movimiento Red, ni se acercan al
millón de personas que votó a Iglesias el 25-M. Por su parte, UPyD, que en su
día se presentó como una alternativa a PP y PSOE, ha sufrido un notable
estancamiento por las enormes dificultades que supone ser la Stacy Malibu de
siempre con sombrero (rosa) nuevo. En cuanto a IU, a pesar de cosechar unos
resultados decentes, puede decirse que no ha sabido aprovechar estos años de
excepcionalidad para convertirse en una alternativa de gobierno real. Podemos
es sin duda el gran triunfador del pasado domingo, pero ¿cómo han conseguido
unos profesores de Ciencias Políticas ilusionar a la gente y convertir en poder
electoral el descontento abanderado por el 15-M hace tres años?
La respuesta está en la brillante
lección de comunicación política que han brindado Iglesias y los suyos al
espectro político en general y a la izquierda en particular durante su campaña.
No son pocas las veces en las que ellos mismos han reconocido su voluntad de adaptar el mensaje, de convertir las ideas
de la izquierda en ideas de sentido común. De nada sirve defender las
bondades de la nacionalización de sectores estratégicos y la socialización de
los medios de producción si no se convence a las masas de que es lo realmente
necesario para el país. Y no se persuade al pueblo recitando El Capital, sino hablándole en su
idioma. Esta táctica, muchas veces criticada por los marxistas-leninistas más
ortodoxos, ha demostrado ser útil, al menos para lograr votos y politizar a
sectores olvidados hace mucho por la izquierda. Y, aunque se podría
discutir mucho sobre la ideología de Podemos, parece indiscutible que detrás de sus
mensajes facilones hay un dilatado estudio de lo que Engels y Marx llamaban
superestructura y que Gramsci
desarrollaría más adelante en su estudio de la hegemonía.
De esa voluntad de adaptar el
discurso han salido frases como "no se trata de izquierdas ni derechas,
sino de sentido común" o "para defender ciertas cosas no hace falta
ser de izquierdas, sino patriota". Por mucho que puedan doler estas
afirmaciones, hay que entenderlas como formas de acercarse a sectores de la
población que, siendo potencialmente de izquierda, sienten un miedo atroz al
comunismo. Pero al ser su voto crucial para la toma de poder, desde Podemos se
ha apostado por prescindir de términos como "dictadura del
proletariado". En cuanto a la concepción de la idea de patriotismo
entendida como defensa de lo común y no el culto a una bandera, hay que
reconocerle a Iglesias haber encontrado una buena forma de apropiarse desde la
izquierda de un concepto tan importante en comunicación política como es el
nacionalismo (especialmente en España, donde los sectores progresistas ha tenido siempre
grandes problemas para utilizarlo en su provecho). No hay que olvidar, por
blasfema que pueda resultar la comparación, que símbolos del socialismo como Fidel Castro y Hugo Chávez imprimieron, sobre todo en sus
inicios, un enorme componente nacional a sus discursos. Entendiendo que la
revolución bolivariana es el principal referente de la masa tuerkera, no es de
extrañar que hayan optado por una estrategia similar.
En esta conferencia de hace un año,
el ahora líder de Podemos resumía mejor que nadie la estrategia que tomaría
posteriormente para exigir medidas como nacionalización de la banca y auditoría
de la deuda sin utilizar simbología tradicional de izquierdas.
Otro punto importante para entender
el éxito de Podemos es su constante aparición en los medios de comunicación. Si
bien la derecha mediática ha empezado hace pocos días una previsible campaña
contra el movimiento, relacionándolo con Irán, Venezuela, ETA y todo lo que
pueda asustar al votante español, no puede negarse que otros medios como LaSexta, Cuatro o Público han contribuido positivamente
a la popularidad del partido púrpura. Los cinco escaños son inimaginables sin
ese poder mediático otorgado por la prensa burguesa. Y aunque, como todo, ha
sido motivo de crítica, la apuesta por salir de lo marginal y entrar de lleno
en la política-espectáculo de programas como La Sexta Noche le ha salido, de
momento, bastante bien a Iglesias y su tropa.
La eterna
lucha entre revisionistas y dogmáticos
Este artículo busca, además de
localizar las claves de Podemos, poner en el punto de mira un conflicto
inherente a la izquierda transformadora que desde el domingo se ha
intensificado en las redes sociales: el eterno debate entre reformistas y
ortodoxos, trotskistas y estalinistas, socialdemócratas y dogmáticos. Un tema
que se remonta a los inicios del siglo XX y que, resultando siempre aburrido,
se repite constantemente. Las recientes entrevistas del joven periodista de Furorvlog al rapero Pablo Hasel (14:17) y
Pablo Iglesias (14:10) simbolizan
perfectamente esta "guerra civil" entre comunistas, que siempre se ha
traducido en dificultades para esa necesaria unión de la izquierda.
Fundado por Bernstein hace más de cien
años (lo que no impide que puedan llamar obsoletos siempre que quieran a los
marxistas), el revisionismo es la doctrina que, sin renunciar al socialismo,
reniega de cuestiones básicas del pensamiento de Marx y Engels. Puede adoptar
muchas formas, siendo la más común la socialdemocracia (entendiéndola como una
izquierda bastante más progresista que el PSOE, sin llegar al marxismo), que rechaza
la vía violenta a la revolución y puede pecar de un culto al electoralismo
perjudicial para el movimiento socialista. Hoy, casi todo el mundo utiliza el término
"revisionista" con intención peyorativa, y la experiencia histórica muestra
que, en la mayoría de ocasiones, esta ideología suele actuar como cara amable
del capitalismo y acaba traicionando a la clase
obrera.
Por su parte, se llama izquierdista
al marxista que, buscando la mayor "pureza" posible, resulta
contraproducente y termina siendo un enemigo de clase. El propio Lenin advirtió
del peligro de esta patología, a la que definía como "enfermedad
infantil". También conocidos como ortodoxos y dogmáticos, suelen ser
marginales, nostálgicos del socialismo real, simpatizantes del terrorismo y
posiblemente sean la izquierda más radical del espectro político.
De este sector del movimiento comunista han
salido, exceptuando a la derecha más rancia (cuya opinión no interesa en este
artículo), los mayores críticos de Podemos. Algunos de los puntos que le
reprochan a Iglesias son los comentados en el apartado anterior. El utilizar
"casta política" en lugar de "burguesía" es, para muchos,
desaconsejable. Porque ese ímpetu en adaptar el discurso para llegar a la masa
ha provocado que las bases del partido se hayan llenado de gente con poca
formación política que, en nombre de Podemos, han llegado a escribir tweets
contra la propia Venezuela de Maduro. Y aquí hay un problema importante. Porque
además de la propaganda, hay que tener
en cuenta la educación de la clase obrera. De nada sirve conseguir votos de gente que al día siguiente continúa siendo masa manipulable por el sistema capitalista.
Otros aspectos como el personalismo,
la tendencia a desmarcarse del extinto socialismo del este, las innecesarias
críticas a la URSS, un presunto lado oscuro de sus líderes,
algunas intervenciones polémicas de Iglesias o Monedero,
la simpatía hacia el movimiento de personajes tan complicados como Santiago
Alba Rico o el tratamiento más que benévolo de las cadenas más progresistas
hacia la formación púrpura también hace sospechar a los llamados ortodoxos. Y
aunque canse a muchos el empeño en atacar hasta la extenuación a toda
izquierda no marxista, seguramente la mejor manera de respetar a Podemos como movimiento sea
ser constantemente críticos con él, del mismo modo que lo defendemos ante
las injurias de la caverna.
Las críticas más
"conspiranoicas", de hecho, ven a Pablo Iglesias como la versión
contemporánea de Felipe González, en tanto abanderado de una transición que la
burguesía prepara en este clima de descontento general con el régimen operante.
El tiempo dirá si Podemos termina traicionando a la clase obrera, pero de
momento esas acusaciones extremistas no se asemejan demasiado a la realidad.
Sin tratar de etiquetar a nadie como
izquierdista o reformista, todo comunista debería saber localizar ambas
"desviaciones" de la ideología y criticarlas, ya que ambas son
perjudiciales a su manera. La clave está, seguramente, en tomar a Marx como
referente y no como biblia. Podemos no es marxista como tal, pero sí ha
contribuido a ilusionar y empoderar a unas masas que habían perdido toda fe en
la política. Una presumible anexión a IU (entendiéndolo esta unión como algo
más que una simple suma de siglas), sumado al desplome de PP y PSOE, podría
optar a gobierno en pocos años. Y ese poder institucional, con sus limitaciones,
mejoraría la vida de la gente. Todavía no se sabe si Pablo Iglesias es el
hombre que abanderará ese proyecto o la enésima traición de la
socialdemocracia. De momento, sólo podemos ver cómo evoluciona esta nueva
propuesta electoral.
Totalmente de acuerdo con el artículo, pero todo es cuestión de tiempo.
ResponderEliminarGran artículo. Te seguiré de cerca
ResponderEliminarGran análisis sociopolítico de la izquierda del estado español. Bravo! Egin irrifarre irabaziko dugu eta!
ResponderEliminarSe puede decir más alto pero no más claro.
ResponderEliminarZorionak por el análisis político y la excelente forma de expresarlo
Genial. El mejor artículo de opinión y análisis que he leído. Chapeau. Saludos revolucionarios
ResponderEliminarReally appreciate you sharing this blog.
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