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Marx y Engels en el Berlín Oriental |
La noche del 9 de noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín en lo que sería el comienzo del final del S. XX a nivel histórico, tal y como definió Eric Hobsbawn al desmoronamiento del campo socialista en su obra literaria. La caída del Muro, celebrada por todo lo alto por el bloque capitalista, aniquiló a la RDA -República Democrática Alemana- como Estado quedando absorbida por la Alemania Occidental en lo que pareció un final feliz de la Guerra Fría. Todos contentos. La pesadilla había acabado.
Más de dos décadas después de que el telón se viniera abajo, todavía perdura el terror cuando los medios se hacen eco de lo que fue aquel país llamado RDA. La Stasi se ha convertido en el nuevo Stalin para asustar a los niños y cuesta conocer los rasgos sociales más característicos del país comunista. La realidad es que vivir y crecer en la RDA distaba mucho de ser un infierno para la mayoría de sus habitantes. De hecho, especialmente las mujeres, amplios sectores disfrutaban de derechos sociales casi únicos en el mundo. Pero todo aquello cayó en el olvido y conviene, de vez en cuando, descubrir algunos pedazos de Historia que pretenden escondernos aquellos que la escriben, los llamados vencedores.
Antifascista de nacimiento
Al contrario de lo que ocurrió en la Alemania capitalista, donde muchísimos nazis cambiaron la esvástica por el dólar para seguir mandando sobre la población, la RDA se planteó en su creación como un Estado democrático antifascista. Así, mientras la Alemania Oriental educaba en valores socialistas e igualitarios a generaciones crecidas en el nazismo, la RFA perdonaba a industrias colaboradoras con Hitler –Krupp, Siemens, Bayer, entre otras– y alzaba a puestos de poder en la patronal a un comandante de las SS como Hans Martin Schleyer –la RAF le daría pasaporte al infierno en 1977.
La RDA se convertiría con el tiempo en el país con mayor compromiso antifascista del mundo. Se calcula que unos cinco mil chilenos pudieron huir del golpe de Pinochet refugiándose en la embajada del país centroeuropeo. También se solidarizó con países como Angola, Palestina, Vietnam, Salvador y Nicaragua instruyéndoles en guerrilla y dándoles apoyo logístico. Se creó una red de ayuda a los exiliados políticos de todo el mundo a la vez que se ayudaba a los países que recién salían de las garras del colonialismo.
El saqueo de Treuhand
Para empezar, hay que desmontar el mito de la RDA como un país pobre y atrasado en comparación a la RFA. Si bien la capacidad industrial del oeste era superior -hay que tener en cuenta las grandes dificultades que vivió la RDA desde el inicio en contraste a las facilidades dadas a la RFA por el bloque capitalista-, la Alemania oriental logró crear un tejido productivo que llegó a ser el quinto de Europa. Sin embargo, algunos errores claves más la crisis política que atenazaba a todo el campo socialista acabó con las esperanzas de la Alemania Oriental.
Tras la unión de las dos Alemanias, una institución llamada Treunhandastalt creada en 1990 se encargó de trozear, privatizar y mandar al oeste las industrias orientales . El resultado ha alentado la Ostalgie -expresión que une este y nostalgia- entre los habitantes de la ex-RDA. La Treuhand dejó a su disolución una deuda de 256.000 millones de marcos que sigue pagando el pueblo alemán. Claro está no todo fue malo en la gestión de esta siniestra institución ya que consiguió duplicar la fortuna de los capitalistas occidentales desde 1993 a 2003. El costo de de la deuda antes mencionada y de los tres millones de parados que generó el proceso de privatización es y será a ojos de la Historia un efecto colateral
Hoy en día, la situación en el este es desoladora. A la bajada de natalidad, se le une una emigración masiva de jovenes que no ven futuro en sus tierras de nacimiento por culpa de un paro propio de España. Los grupos de extrema derecha proliferan –al igual que en todos los países ex-socialistas– pisoteando la memoria de quienes lucharon contra el fascismo hace más de sesenta años. Enterrando los sueños del proletariado alemán. La Ostalgie aumenta. Se entiende.
Rozando la igualdad
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Mujer en la RDA |
Repasando estadísticas y las particularidades políticas de la RDA, es especialmente llamativo el gran progreso que se vivió en el campo de la igualdad entre ambos sexos. Aunque los resultados no fueron perfectos -costará todavía generaciones derribar el patriarcado- sí que se aprecia un trecho recorrido por la RDA a mayor velocidad que la mayoría de países, entre ellos la RFA.
Para ser iguales a los hombres, las mujeres deben poseer capacidad para subsistir económicamente. De ahí la importancia de la entrada de la mujer en el
mercado laboral para avanzar en la igualdad. Ello
debe ir acompañado, claro está, de las condiciones dignas que todo
obrero -sea hombre o mujer- merece, así como de la posibilidad de
recibir una educación de calidad que permita a las mujeres ocupar los
puestos de mayor cualificación. La igualdad entre hombres y mujeres en el socialismo era una cuestión de clase en los países socialistas, de ahí que los países de ese bloque registraran generalmente mayores tasas de participación de la mujer en el trabajo.
Por ejemplo, a cuatro años del final de la RDA -en 1985- el 49 % de la población activa eran mujeres. Todavía en 2000, en la UE la cifra era de 43'5 %. La Constitución defendía la igualdad de salario según el trabajo aunque es cierto que las mujeres no solían realizar los trabajos mejor remunerados –por cada 1000 marcos ganados por un hombre, la mujer ganaba 762. Un 40 % del dinero que entraba en casa lo traía la mujer. Otro dato positivo que procede de la Federal Research de EEUU señala que el 82 % de las mujeres en edad de trabajar lo hacía a mediados de los ochenta. Treinta puntos porcentuales por encima del vecino occidental. En la Universidad, el 50 % del alumnado eran mujeres en 1985. Esta tónica se ha producido también en muchos países en los últimos años. Entre ellos está España, donde la población estudiantil es mayoritariamente femenina. Parece claro que la RDA apartó en buena parte a las mujeres de las tres 'K's -iglesia, niños y cocina- que predominaban en la Alemania pre-RDA. La cifra de divorcios -bastante superior a la mayoría de países- evidencia mayor posibilidad de independencia de la población femenina.
Fuera del ambito laboral, las madres solteras eran apoyadas por el Estado mediante subsidios y tenían plaza preferente en centros infantiles para sus hijos, como los famosos Kindergarten. La edad de jubilación era de 60 para las mujeres y 65 para los hombres. También se recomendaban píldoras anticonceptivas como medida de planificación familiar y se iniciaron movimientos para despenalizar la homosexualidad y promover los derechos de estos colectivos otrora discriminados. El aborto fue permitido desde 1972 sin coste alguno causando la envidia de sectores feministas de la Alemania Federal, que pedían los mismos derechos.
Feminismo en el parlamento
Quizás la razón principal de semejantes avances en materia de igualdad fue la aparición
desde 1947 -antes incluso de la oficialidad de la RDA- de la DFD -Liga
de Mujeres Democráticas de Alemania. Esta organización formaba parte del
partido oficialista SED -Partido Socialista Unificado de Alemania- y
poseía amplia representación en la cámara legislativa llegando a contar
con 54 diputadas y un millón y medio de afiliadas. Es innegable que una
institución de tanta vocación igualitaria no tiene parangón en una
sociedad como la nuestra. Ello explica también el elevado número de
cargos políticos que ocuparon mujeres durante la RDA aunque los puestos
más poderosos en ministerios mostraban una casi total presencia de
hombres. Como curiosidad, y para observar el acerbo combativo de la mujer en la RDA, en los últimos instantes de la historia del país, se crearon dos nuevas organizaciones minoritarias que pretendían elevar la crítica al Gobierno que la oficialista DFD no llevaba a cabo: Lilo y SOFI.
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