viernes, 31 de marzo de 2017

El supuesto auto-Golpe de Estado de Venezuela contextualizado y resumido


Diciembre de 2015. La oposición venezolana logra la victoria en las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional. Nicolás Maduro acepta los resultados. La oposición venía denunciando fraude en todas las elecciones que había perdido hasta la fecha y había denunciado reiteradamente la “Dictadura” chavista.

Con su victoria se demuestra que si no habían ganado antes era por falta de apoyo y sus denuncias eran fruto del “mal perder”, con la intención de dañar la imagen del país y manipular a la opinión pública para intentar acceder al poder a través de medios no democráticos como hicieron en 2002.

Tras las elecciones, se denuncian una serie de irregularidades en el estado de Amazonas y posteriormente se demuestra que tres diputados compraron votos, por lo que el Tribunal Superior de Justicia suspende cautelarmente la toma de posesión TAN SÓLO para esos tres diputados a la espera de realizar las comprobaciones pertinentes o repetir el proceso electoral en esas circunscripciones. A pesar de eso, hay que resaltar que la oposición SIGUE TENIENDO MAYORÍA.

6 de enero de 2016. La Asamblea Nacional dominada por la oposición DESACATA esa decisión y juramenta a los tres parlamentarios cuestionados. El PSUV denuncia la irregularidad del acto y lo lleva al TSJ.

El Tribunal Superior de Justicia declara nula la autoridad de la Asamblea Nacional, que queda en “desacato” mientras no queden fuera de ella los tres parlamentarios acusados de irregularidades. SÓLO MIENTRAS PERMANEZCAN ESOS TRES DIPUTADOS. Con retirarse esos tres y repetir la elección en sus circunscripciones, quedaría todo resuelto pero la oposición, ahora al mando, se opone.

9 de enero de 2017. La Asamblea Nacional en desacato vota destituir a Maduro, alegando (ALUCINANTE) que ha abandonado el cargo. Alegan que es el responsable de la desastrosa situación económica que vive el país. Propone además convocar elecciones presidenciales en el plazo de 30 días. Ambas medidas son papel mojado por estar la AN declarada en rebeldía por el TSJ mientras permanezcan los tres diputados antes mencionados. DESTACAN los votos en contra de otros tres diputados opositores, sabedores de lo absurdo de esa decisión y el significado anticonstitucional de la misma. LA PRENSA INTERNACIONAL NO HABLA DE GOLPE DE ESTADO

La Asamblea Nacional en rebeldía se resiste a ejercer sus funciones, en perjuicio de todo el pueblo venezolano y con el fin de dañar la popularidad del Gobierno. Esto provoca que ciertos convenios estratégicos como los referentes a sectores energéticos no se puedan firmar debido a la situación de desacato de la AN que sería la encargada de hacerlo y de esta manera se daña la ya de por sí perjudicada economía venezolana por la que habían decidido destituir a Maduro.

El Tribunal Supremo de Justicia, basándose el artículo 336 de la Constitución de la República asume ALGUNAS competencias TEMPORALMENTE para poder ratificar estos convenios que la Asamblea Nacional obstaculiza. NO SE HA DISUELTO LA ASAMBLEA NACIONAL. Siguen formando parte de ella TODOS los diputados electos, incluida la mayoría opositora.

La oposición venezolana denuncia un auto Golpe de Estado y hace un llamamiento DIRECTO a las Fuerzas Armadas para que se posicionen contra el gobierno legítimamente electo. Es decir, llamando directamente a un verdadero Golpe de Estado.

Antecedentes
 

Desde las primeras elecciones ganadas por Hugo Chávez en 1999, la oposición venezolana ha denunciado sistemáticamente fraude en todas y cada una de las elecciones que han tenido lugar, desconociendo la amplia participación y mayorías obtenidas por el chavismo, salvo la última que ganaron ellos.

En 2002 la oposición venezolana dio un Golpe de Estado contra Hugo Chávez, que le sacó del poder durante 3 días. Para ello realizaron un montaje en el que empujaron a sus seguidores a manifestarse ante el Palacio de Miraflores, para después tirotear la manifestación y acusar al chavismo de ese ataque. Posteriormente se demostró que el vídeo-comunicado en el que varios militares denunciaban un número exacto de asesinados y se escudaban en ellos para dar el Golpe contra Chávez, había sido grabado antes de producirse esas muertes, con lo cual tenían planeados de antemano esos sucesos. Pueden verlo en el documental “Puente Llaguno: Las claves de una masacre”

Los actuales líderes de la oposición tomaron parte activa en aquel golpe, deteniendo a golpes a varios ministros chavistas e incluso liderando el asalto a la embajada de Cuba. Pueden leer más acerca de aquello en este artículo de este mismo blog, en el que se enlazan vídeos y fotografías que prueban estas afirmaciones. Lo que no tecuentan de los líderes de la oposición venezolana.

El País, periódico que hoy habla de Golpe de Estado en Venezuela, aplaudió y justificó aquel golpe de 2002, al igual que hicieron José María Aznar, Felipe González y otros líderes de la derecha española.

Por último nos gustaría recordar estos otros artículos que seguramente te ayudarán a comprender mejor el contexto en el que se desarrollan estos acontecimientos:




lunes, 13 de marzo de 2017

La Sexta: hegemonía progre


Progres, progres everywhere
-Esta entrada, como todas las del autor Pablérrimas en esta página, pertenece al blog Felices Mierdas, el cual nunca nos cansaremos de recomendar-

Recuerdo que, al leer esta noticia el pasado noviembre, me propuse escribir sobre un tema que me viene interesando y quitando el sueño desde hace varios años: La Sexta y el nada desdeñable rol de intelectual orgánico de la progresía española que gustosamente ha ejercido y ejerce de un tiempo a esta parte. Cuatro meses ya desde que el CIS revelara ese sorpasso mediático de la cadena de Atresmedia sobre TVE como principal referente informativo, ya va siendo hora de juntar unas letritas al respecto. Ruego a mis estimados lectores y lectoras que disculpen la demora y la sequía literaria que ha atravesado el blog últimamente. Pero bueno, esto es Felices Mierdas, qué hostias queréis.

Una clara apuesta por llevar la política a la pequeña pantalla 

En la última década -a raíz del estallido de la crisis económica, principalmente-, se ha producido un indiscutible aumento del interés de la ciudadanía española por la política. Por razones obvias, al haber disminuido el nivel de vida de las clases medias y subalternas, temas como la economía, la corrupción y las cuestiones sociales comenzaron a hacerse un hueco en las sobremesas de las tabernas ibéricas, llegando progresivamente a copar todos los espacios del debate público. Como todo lo que interesa da audiencia (y viceversa), la mayoría de las televisiones no tardaron en advertir esta politización y optaron por ofrecer un poco menos de fútbol y de prensa rosa y más contenido social en sus respectivas carteleras. Así, en un país donde siempre había estado mal visto hablar de política, esta entró por la puerta grande en la caja tonta. Y La Sexta es, sin discusión, la cadena que mejor entendió su potencial como producto mediático, seguramente porque apostó por ello desde su origen. Recuerdo Sexto Sentido, un programa de entrevistas presentado por Mamen Mendizábal, Helena Resano y Cristina Villanueva en 2006/2007 -primer año de vida del canal-, que no tuvo éxito simplemente porque, en esos años de relativa bonanza económica, el pueblo español tenía preocupaciones menos edificantes.   

El caso es que el canal verde ha mostrado siempre una intención de politizar la parrilla televisiva, habiendo llegado hasta un punto en el que es difícil encontrar un minuto del día en el que uno sintonice el dial 6 y no encuentre en su pantalla a un progre diciendo cosas de progre. Desde la denuncia social del “incómodo” Jordi Évole en Salvados (quizás, aún con sus límites, el programa más antisistema que uno pueda encontrar en un medio de comunicación de masas), hasta los “mordaces” e “hilarantes” comentarios del Gran Wyoming en El Intermedio, pasando por el periodismo “contestatario” y “carente de ideología” -todas estas comillas pretenden ser sarcásticas, sí- enarbolado por el matrimonio Pastor-Ferreras, sumado a los Javier Aroca, Elisa Beni o cualquier tertuliano de La Sexta Noche que se enfrente en buena lid al enternecedor dúo Inda-Marhuenda, conforman desde hace años un elenco de progres de incontestable parangón que ha convertido a esta cadena en la más politizada del panorama televisivo actual. Y así se explica que, según el CIS de noviembre, sea la principal opción de los españoles a la hora de informarse, así como su trascendental papel como creadora de discurso y argumentario socialdemócrata.

¿Es La Sexta de izquierdas? 

Si La Sexta ofrece un contenido que se desmarca notablemente del relato hegemónico liberal-conservador no lo hace para transgredir, sino para acercarse a un target determinado, más a la izquierda del centro político. Cabe señalar que izquierda y derecha son siempre conceptos relativos, dependientes de un contexto que ya viene dado (no era lo mismo ser de derechas en la URSS de 1935 que en la España de 2017, por poner un ejemplo). Ese contexto no es sino el sentido común de la gente de un colectivo determinado en una época determinada, siempre contingente y susceptible de resignificación, y por ello permanentemente en disputa entre actores con capacidad de comunicación y producción hegemónica. Y este último matiz es importante: por supuesto que tenemos prensa independiente, autofinanciada y libre, con contenido anticapitalista, pero con un poder de influencia muy limitado en comparación con el de los grandes grupos de comunicación. Incluso en la época de Internet, en la que supuestamente nos hemos acercado como nunca antes a una democratización de la información, en la que cualquier rojeras barbilampiño puede hacerse una cuenta de Youtube o un Blog de mierda y construir hegemonía entre sus hermanos proletarios, el cuarto poder está en el papel y, cómo no, en la televisión. En los grandes periódicos y en las grandes televisiones, para ser más exactos. Y, nos guste o no, lo más transgresor que la ciudadanía española puede consumir entre los medios realmente influyentes es este capricho personal del Marqués de Lara, que quiso conseguir con La Sexta el dinero y los espectadores a los que jamás habría podido acceder con sus productos destinados a una audiencia más conservadora, como Antena3 y La Razón. No hay que olvidar que el principal objetivo de un medio privado no es informar, ni formar, ni siquiera entretener, sino -al igual que el de cualquier empresa- el beneficio económico. Por lo tanto, conviene no obviar nunca los límites de una televisión burguesa y privada donde impera la lógica de mercado, independientemente de lo subversivos que puedan resultar sus contenidos.

Un clásico argumento liberal es que el monopolio tiende a uniformizar, mientras que la competencia crea diversidad. Así, el intervencionismo y la burocracia estatal desembocan en una prensa única y totalitaria, mientras que en las democracias burguesas fervientemente entregadas al libre mercado contamos con un inmenso abanico de propuestas y discursos diferentes que garantizan el pluralismo. La cruda realidad es que el liberalismo también opera con la lógica del pensamiento único, pero de una manera mucho más sutil que la burda propaganda unipartidista: el liberalismo crea pensamiento único a través de –y por paradójico que pueda resultar- la dicotomía: PP vs PSOE, Coca Cola vs Pepsi, Zara vs Mango, La Sexta vs Antena 3, o incluso el binarismo de género. No hay nada mejor para el éxito económico que polarizar un mercado entre dos opciones teóricamente antagónicas que, disputándose el centro, difieran en lo accesorio y converjan en lo fundamental, dejando fuera y condenando al ostracismo a toda opción que parta desde fuera de esas fronteras. Así, en nuestro panorama mediático, La Sexta denota claramente el límite a la izquierda de las propuestas y perspectivas políticas aceptables para el establishment. Siendo todo lo agitadora que la dejen ser, cumple un papel de disidencia controlada que, aún con un discurso presuntamente rebelde, empapa de legitimidad al poder, pues dota a este de una apariencia de pluralismo y de libertad que jamás podría conseguir la propaganda laudatoria propia de las dictaduras.

Palos y zanahorias a Podemos

"Pablo, id tirando que el niño se duerme"
Resulta difícil imaginar la efervescencia que experimentó la formación morada aprincipios de 2014 sin la popularidad que precisamente había adquirido Pablo Iglesias a base de discutir con Eduardo Inda en La Sexta Noche. Además, no es complicado percibir la simpatía de Ferreras y varios de sus compañeros por el partido de Vistalegre, por lo que se ha creado en el imaginario colectivo una suerte de tándem relativamente articulado entre unos y otros. Las interpretaciones más obtusas y facilonas de este fenómeno, tanto desde la derecha más rancia como la izquierda extraparlamentaria, han acusado durante los últimos años a La Sexta de aupar mediáticamente a la nueva fuerza política. Y esto es, en parte, cierto: de hecho, según la noticia adjuntada al inicio de este escrito, más de la mitad de espectadores que se informan a través de la cadena verde son votantes de Podemos.

Sin embargo, me gustaría señalar un par de cuestiones sobre la indiscutible sintonía entre Podemos y la cadena de Atresmedia. ¿Expone hasta la extenuación La Sexta a su partido fetiche por simpatía o porque le genera audiencia? Esta sobreexposición, más basada en el partido y en sus rostros que en sus propuestas, más centrada en sus escándalos que en sus problemas, ¿beneficia realmente a Podemos? Ese buen trato de Ferreras a Iglesias y a los suyos, ¿es enaltecimiento o domesticación? Ha habido y hay una dinámica bastante bien acompasada en Al Rojo Vivo cuando los púrpuras ocupan el punto del día: el facha de turno critica a la persona de Podemos en cuestión por antisistema; el presentador le defiende colocando a Podemos dentro del sistema -"¡Qué va a ser Podemos como Venezuela/ETA/Irán, hombre! Esta gente defiende la legalidad imperante, la democracia y el estado de derecho"-, favoreciendo así la representación simbólica de un Podemos determinado, conectando con la facción más moderada, sumisa, amable y descafeinada de la formación.

Nos queda entonces una relación complicada y llena de claroscuros entre televisión y partido político. La sobreexposición ha acabado convirtiéndose muchas veces en un regalo envenenado para Podemos, que ha visto así cómo se acentuaba su eterno dilema entre un discurso plebeyo o uno transversal. Si se desea la promoción de determinados medios al servicio del capital, uno ha de estar preparado para ejecutar ciertas concesiones ideológicas que derivan en una excesiva moderación del relato. En cambio, si se opta por la impugnación de lo existente, por el "de fuera a dentro" del que -en opinión de quien escribe- subyacen los principales puntos fuertes de Podemos, las manipulaciones, las campañas mediáticas, los zarpazos y la demonización son ineludibles. Y ese odio de la prensa buguesa daña y estorba, pero siempre va a ser garantía de que algo se está haciendo bien. En cualquier caso, se ha de tener en cuenta que los medios en general operan en esa encrucijada que divide a las múltiples sensibilidades de Podemos, y no hay que obviar nunca los riesgos que esto conlleva. Pues La Sexta es la cara más amable del régimen, pero precisamente por ello es una de las más peligrosas.