martes, 24 de septiembre de 2013

La reforma ideológica del Código Penal



El proyecto del Código Penal diseñado por Alberto Ruiz Gallardón y aprobado recientemente por el Gobierno supone un nuevo atentado contra los derechos de todos los ciudadanos. Esta reforma que parece especialmente diseñada para intimidar y combatir cualquier amago de protesta ciudadana contra las políticas neoliberales que están empujando al abismo a nuestra sociedad, ha sido fuertemente denunciada por miembros de la propia judicatura.

Desde Jueces para la Democracia se ha llegado a afirmar que “la reforma del Código Penal retrotrae a tiempos anteriores a la Constitución”. Asimismo han declarado que la reforma parte de una filosofía “autoritaria” y en palabras de Joaquim Bosh, portavoz de JpD “criminaliza determinadas formas de disidencia pacífica”.

Entre otras cosas se contemplan penas de prisión de hasta 6 meses por ocupar una sucursal bancaria, penas de 4 años por resistirse a la autoridad y además podrá ser considerado atentado (Hay que recordar que resistirse a la autoridad puede ser simplemente negarse a identificarse ante un policía), 1 año de prisión por difundir por medios públicos actos que alteren el orden público e interrumpir el transporte público podrá ser penado con hasta dos años de prisión. Además se contempla la “Prisión Permanente Revisable”, un eufemismo para referirse a la cadena perpetua, de la que solo se diferencia por el hecho de permitirse la revisión de la condena con cierta periodicidad. Todo esto por no hablar del ataque contra los derechos de las mujeres que supone la reforma de la ley del aborto. Según datos conocidos hoy, el 89% de las mujeres que abortaron en 2011, no podrían haberlo hecho con la actual reforma del Código Penal de Gallardón.

Como ya hemos explicado extensamente en otros artículos, el Partido Popular está aprovechando su mayoría absoluta para llevar a cabo una serie de reformas con un marcado carácter ideológico que suponen un constante recorte de derechos y libertades. Una mayoría absoluta lograda después de mentir a todo el pueblo durante la campaña electoral y por lo tanto una mayoría absoluta ilegitima. Las políticas neoliberales dictadas desde el BCE están siendo cumplidas a rajatabla por el Gobierno con la excusa de sacar al país de una crisis económica en la que nos hemos visto metidos a causa de esas mismas políticas neoliberales.

La políticas siempre son las mismas: Privatizaciones de servicios públicos, congelación o disminución de los sueldos, aumento de los impuestos (incluidos IVA etc) y en consecuencia el aumento de productos de bienes de primera necesidad y la ayuda a las entidades financieras con el argumento de que son vitales para el sostenimiento de la economía del país.

A lo largo de la historia reciente hemos visto como se han aplicado estas mismas medidas en otros países del mundo y como siempre han acabado llevando a la pobreza a sus habitantes. Es el caso de Argentina, a la cual, las imposiciones del FMI condujeron al famoso corralito. También el de Venezuela que desembocó en el caracazo de 1989 y que supuso el comienzo de lo que años más tarde sería la Revolución Bolivariana. México, Brasil y más recientemente Grecia, son otros de los muchos países que se han derrumbado por culpa de las imposiciones de las grandes instituciones neoliberales mundiales.

Ante esto solamente queda resistir. La reforma del  Código Penal está pensada para hacernos callar e infundirnos miedo. No podemos permitir que esas pretensiones del Gobierno se cumplan y por lo tanto debemos ser consecuentes con nuestros ideales y seguir saliendo a las calle a manifestarnos de la forma que sea necesaria en cada momento, siendo conscientes de los nuevos peligros y de las consecuencias, pero alzando la voz cada vez más para que sepan que por el camino de la represión no conseguirán más que nuestra motivación y su descrédito.

jueves, 12 de septiembre de 2013

La reforma migratoria y la economía de guerra norteamericana

Defendiendo a la patria estadounidense de la avalancha de señoras de la limpieza mexicanas.
Tras los brillantes experimentos por la democracia en Afganistán e Irak, los republicanos de Estados Unidos han propuesto una nueva manera de perpetuar el espíritu valeroso y belicista -660 bases militares en 38 países a lo ancho del globo- que caracteriza al país de la comida basura y las reservas de indios. En el marco de la reforma migratoria, la propuesta elefantina pretende militarizar hasta límites demenciales la frontera con México.

El plan militar-migratorio incluye todo un repertorio de muros, prisiones y 40.000 guardias armados -hace diez años eran 10.000 y ahora 21.000- para un total de 46 billones de dolares en armamento. Todo un despliegue de gastos que hace preguntarse si los republicano odian tanto al gobierno como ladra su ridícula retórica para analfabetos y fundamentalistas religiosos, cada vez menos exitosa. Porque, si bien Obama está demostrando la banalidad mediática en que consiste la política de ese país imperialista, su discurso no asusta a minorías étnicas y mujeres de la misma manera que el que pregonan los tarados del Tea Party.

La paranoia por militarizar la frontera no obedece a la realidad ya que en los últimos años la llegada de inmigrantes se ha estancado, además de que la vía más fácil de entrada sigue siendo por avión. Llegar de turista y no volver, básicamente. Por otra parte, los nuevos requisitos para que un mexicano obtenga la nacionalidad estadounidense contemplan vivir 13 años en el país, hablar un perfecto inglés y pagar impuestos sin recibir ayudas del gobierno.

No war, no money
Sí, la paz es bonita, pero también es frágil por lo que no dura mucho. Algo así deben pensar los gobiernos de Estados Unidos. A una paz, se le sucede una nueva guerra, así hasta saciar la voracidad del gran capital -esto es, hasta siempre-. No hay que olvidar que la economía del país se ha a retroalimentado con importantes subvenciones del Estado a la industria armamentística, mientras la mass media justificaba dichos gastos en nombre de la "seguridad nacional". Desde la misma Guerra contra España hasta el actual rearme en la frontera, la industria de las armas que promueve la muerte ha sido bien tratada por Washington, incluyendo al semental Reagan, gran marioneta de la industria a finales de la Guerra Fría.

Fue la Segunda Guerra Mundial la que impulsó nuevamente la economía del gigante norteamericano tras el crack del 29, que hundió el país. Tras la contienda más sangrienta de la Historia, Estados Unidos vio empeorar su economía por lo que adoptó ad infinitum la política de militarización constante, lo cual se tradujo en numerosas guerras y en un intervencionismo imperialista que ha marcado el siglo XX. Con la propuesta republicana, unas cuantas empresas verán medrar sus contratos con el gobierno: Northrop, Bell, y General Atomic, entre otras.

Este gigantesco y poderosísimo lobby ya provocó recelos a finales de los 50 de Eisenhower, militar metido a Presidente tras la Guerra de Corea. En su discurso de despedida, el hombre de cabeza redondeada pronunció estas frases:
«En los consejos de gobierno, tenemos que tener cuidado con la adquisición de una influencia ilegítima, deseada o no, por parte del complejo militar-industrial. Existe el riesgo de un desastroso desarrollo de un poder usurpado y [ese riesgo] se mantendrá. No debemos permitir nunca que el peso de esta conjunción ponga en peligro nuestras libertades o los procesos democráticos»
Y en el horizonte está Siria, un nuevo órdago para el imperialismo estadounidense, que libra en Oriente Medio una batalla decisiva para la hegemonía global.