sábado, 15 de marzo de 2014

Ucrania, fin del primer acto: las masas al servicio del fascismo (IV)


Han pasado algo más de tres meses desde que Ucrania empezara a estallar en pedazos. Desde este blog, se trató de ilustrar al lector sobre las características que hacían de ese país un auténtico polvorín. He de reconocer que jamás creí que la situación pudiera acabar de esta manera en tan poco tiempo: el recrudecimiento del Euromaidan, el pacto con la UE, la tregua, los francotiradores, la huida de Yanukovich, el ascenso del fascismo y su aprobación en Europa, el inicio de la persecución a minorías en las regiones occidentales, la intromisión constante de EEUU, las "ayudas" del FMI, Crimea y su referéndum, el factor ruso... Mucha sangre ha corrido y multitud de novedades han acontecido. No voy a extenderme en los hechos, que conozco gracias a algunos medios y ciertas cuentas de twitter muy útiles para saber qué se cuece al norte del mar Negro. Tampoco puedo pronosticar qué puede ocurrir en el futuro, pero sí que me gustaría señalar algunos factores que me han hecho reflexionar en los últimos meses y por los que creo que Ucrania se ha erigido en un paradigma de lo que la nueva política nacional e internacional puede ofrecer en el futuro a nivel mundial. Nuevas relaciones entre grandes potencias y la renovación de la cuestión nacional como origen de conflictos en pleno corazón de la Europa oriental.

Crimea, camino a Rusia
En estos momentos, Crimea se prepara para elegir su futuro de manera ilegítima a ojos del Occidente que apoya al nuevo gobierno de Kiev instalado tras un golpe de estado "blando". La convocatoria de referéndum constituye el capítulo siguiente a la proclamación del nuevo orden en Kiev. Un paso adelante de la población de la península –aterrados ante un gobierno que acoge fascistas en su seno– y de Rusia, que se había mantenido a un lado durante la crisis que amenazaba con dañar su salida al mar Negro y Mediterráneo. Para la Rusia de Putin, que apuesta fuerte por una política exterior soberana y por no ser un mero títere de Occidente, Crimea y Sevastopool son posiciones imperdibles. No sólo por ser su salida al mar, sino que también es donde posee su flota naval. La reacción rusa parece lógica y defensiva, además de estar bien ejecutada por el momento.

Crimea, que fue regalada a Ucrania por el inepto Kruschev a mediados de los 50, es un paso previsible en esta crisis. Con una población abrumadoramente rusófona, el resultado de la consulta parece claro, a pesar de lo que diga la mass media europea y estadounidense, que parecen sedientos de sangre. Para mayor compresión del papel de los medios, es recomendable empaparse con este gran blog. Las muestras de cariño de la población hacia las tropas rusas y la facilidad con la que se han apropiado de la hegemonía militar y política de Crimea resultan inequívocos. Crimea dejará de ser Ucrania, si es que alguna vez lo fue. Incluso entre la población tártara, patéticamante victimizada por los medios occidentales, hay muestras de rechazo al nuevo orden de Kiev, con un 30% de aprobación de la etnia musulmana a la consulta.

Sureste del país
Obviando el caso de Crimea, que parece haber elegido de la mano de Rusia un camino distinto al que impone Kiev, el centro de atención se desplaza a las regiones donde el Partido de las Regiones tiene mayor peso. Aunque Yanukovich sea un cadáver político, las masas que apoyaban a su partido –y también al Partido Comunista, cuya mayor influencia se extiende por las mismas regiones– han salido a la calle en las últimas semanas. En esas demostraciones ocurridas en ciudades como Odessa, Jarkov, Luhansk o Donestk, se ha intuido una alianza antifascista importante que intenta frenar el ascenso de los neonazis del Sector Derecho en las zonas prorrusas de Ucrania. Además, cabe añadir la llegada de los mercenarios Blackwater a algunas de estas zonas en disputa. Gente con experiencia en guerras como Irak o Afganistán, donde dejaron un recuerdo aterrador de violencia e impunidad. 

El destino del sureste marcará a buen seguro el transcurso y desenlace de esta crisis. De momento, las autoridades de Kiev ya detienen a los dirigentes y líderes de esas óblast como Dobkin, de Jarkóv, o Gubarev, que pretendía una secesión en Donetsk al estilo de Crimea. Responder a Kiev con su misma moneda es difícil si no cuentas con el respaldo claro de Rusia. Incluso los oligarcas del este, quienes enriquecieron a Yanukovich a cambio de favores políticos –los cuales les enriquecieron a ellos mismos– hace tiempo que abandonaron al gobierno legítimo en pos de salvar sus gigantescas fortunas. Por ello, desde Kiev se les ha colocado en las gobernaciones de las regiones orientales. Las otrora separadas oligarquías naranja y blanquiazul se han visto más unidas que nunca gracias a esta "revolución". "Los que estaban en el poder bajo las banderas azules y blancas, y los que estaban en la  oposición bajo banderas anaranjadas son representantes de la misma clase de propietarios", ha resumido sobre esta cuestión el líder comunista Symonenko, que ha continuado trabajando en el parlamento de la capital, a pesar de las dificultades.

Las dudas acerca del futuro de las regiones del este son comprensibles. Las ayudas y exigencias del FMI acabarían virtualmente con su anticuada industria, de la que dependen millones de habitantes. Sin embargo, y a pesar de lo grave de la situación y la digna respuesta antifascista que se ha insinuado hasta ahora, resulta difícil prever qué puede ocurrir; si Kiev mantiene la situación hasta un punto muerto en las elecciones farsa que se van a celebrar en mayo o si se va a producir la quiebra de Ucrania tal y como la conocemos, lo cual podría derramar mucha sangre. El factor de quién gobierna en Kiev y cómo lo hace añade una cuota extra de incertidumbre a lo que puede venir en el futuro. Con el fascismo –o el nazismo– inflado de poder, dinero, armas y apoyo y legitimidad internacional, la chispa puede saltar provocando una guerra civil.

En Kiev empieza la OTAN
Pocas dudas quedan ya de que el globo del Euromaidan ha sido hinchado por Occidente. En un principio, teniendo en cuenta que las movilizaciones empezaron cuando Yanukovich rechaza la escasísima oferta de la UE para una asociación comercial, las miradas se centraban en Europa y en Alemania. Sobre todo con la promoción en la órbita opositora de Vitali Klitscko, amigo de Merkel y el hombre de Alemania. Sin embargo, el tiempo ha desbaratado notablemente esta teoría. La UE se vuelve a confirmar como una estructura títere de EEUU y de la OTAN, quienes han ganado protagonismo en el últimos mes y medio y con ellos, Yatseniuk, su hombre de confianza. 

En la situación más parecida a la Guerra Fría que el mundo ha conocido desde 1991, Rusia vuelve a la palestra como protagonista de la política internacional de la mano de Putin, quien trata de hacer olvidar al patético Yeltsin. Tras la crisis de Osetia en 2008 y el triunfo diplomático ruso en Siria en septiembre de 2013, EEUU no ha tardado mucho en responder; y lo ha hecho en el "patio trasero" de su rival. En una zona de gran valor estratégico para el gigante eslavo, está claro que es una batalla clave en la que Rusia tiene que minimizar el daño. En cambio, para la Alianza Atlántica, es una oportunidad demasiado valiosa para rodear al país por el cual nació uniendo Ucrania a Polonia y los países bálticos. Es imposible ignorar el impacto de las "revoluciones de terciopelo" acaecidas hace más de diez años en Serbia, Georgia o la propia Ucrania, entre otros países, y el papel protagonista de EEUU y John McCain en aquellos eventos. Por ello, la OTAN ya ha movido ficha y negocia con Yatseniuk. El guión se repite; la instrumentalización de la masa en protesta, también.

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El papel de Europa ha sido bastante patético o, al menos, confuso. Prueba de ello es el intento de apaciguamiento de Rusia ante las amenazas de sanciones por parte de EEUU al gigantesco país, que dejarían en la encrucijada  a países europeos que dependen del gas del este. La falta de soberanía de la UE en materia de política exterior adquiere una vez más tintes preocupantes. Por su parte, la emergente China, con grandes intereses en Ucrania en forma de tierra y alimentos, también ha mostrado su parecer. "La estrategia de Occidente de establecer un denominado régimen democrático y prooccidental en Ucrania no tuvo éxito. Por el contrario, Occidente solo provocó un caos que no está en capacidad de resolver, tanto por la falta de recursos como por la falta de prudencia", apuntó hace días la agencia oficial de noticias china Xinhu. Quizá sea esa la mayor lección que se puede extraer de la crisis. La manera en la que se ha alimentado dicho caos y quiénes lo han protagonizado.
"La estrategia de Occidente, de establecer un denominado régimen democrático y prooccidental en Ucrania no tuvo éxito. Por el contrario, Occidente solo provocó un caos que no está en capacidad de resolvar, tanto por la falta de recursos como por la falta de prudencia"

Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/122025-china-caos-ucrania-genera-occidente


La nueva Kiev: meca del fascismo europeo 
Con el punto de mira en Crimea, los medios ignoran qué ocurre en Kiev. Una "paz" sujeta en la violencia y en las armas que poseen los sectores más extremistas de la protesta: los fascistas de Svoboda y los nazis del Sector Derecho, que ya predican la guerra a todo lo que huela a ruso u otra minoría étnica. El oeste del país y Kiev en particular, se han convertido en una meca de fascistas europeos que viajan a la capital para ver cómo sus análogos ucranianos campan a sus anchas, toman edificios e infraestructuras, protegen el Parlamento, coaccionan a los políticos y patrullan la ciudad en coches de policía. Un escenario aterrador. Un escenario construido en parte por las potencias occidentales que muy probablemente han financiado a los activistas –meses de acampada, armamento, logística...– para endurecer las protestas y conseguir, claro está, la huida de Yanukovich y el emerger del nacionalismo ucraniano, más unido que nunca, en forma de aliado occidental.

Esta legitimización de la violencia fascista y de su papel importante en la política del nuevo orden –hasta cinco cargos de importancia del nuevo gobierno han ido a parar a manos de Svoboda– recuerda a lo que pudo significar el ascenso del fascismo en Europa. Desgraciadamente, ha quedado patente la comprensiva actitud de las fuerzas burguesas de las democracias liberales de Occidente ante el renacer de la extrema derecha. Ni siquiera parece claro que vayan a contener sus ambiciones trasgresoras habida cuenta de los disturbios que el Sector Derecho está iniciando en ciudades hasta ahora en paz. Aunque las fuerzas antifascistas han respondido con vehemencia en Jarkóv, Luhansk o Donestk, la simple existencia de aquellas fuerzas ya suponen una seria amenaza para la paz. Hay muchos ejemplos de esto, aunque el más llamativo ha sido el llamado de Dmitri Yarosh, líder del Sector, para que Umárov, terrorista checheno, se una a sus esfuerzos antirrusos.

"No hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado", dijo en una ocasión el dramaturgo Bertolt Brecht. El gran capital ha iniciado una nueva cuenta atrás por la que todo vale con tal de saciarse. Por ello, nadie debe extrañarse ante lo ocurrido estos días, que bien puede parecerse a lo que ocurrió en los días finales de la República de Weimar. Además de las fuerzas políticas agresivas y de una ambición desenfrenada del capital, existen otros factores importantes para reventar gobiernos e implantar un nuevo orden. La instrumentalización de la masas descontentas es condición indispensable para finalizar el movimiento ofensivo de toma del poder gubernamental y asentar un nuevo poder social. Lo que se ensayó en el Putsch Naranja, se está llevando a cabo con mayor profundidad en esta ocasión. Un órdago en toda regla de EEUU a Rusia; del capitalismo autoritario a las pocas instituciones democráticas que quedan. En este panorama, Putin aparece como un diablo a ojos de los medios de comunicación y un aliado oportuno para los antifascistas europeos.

Intrumentalizar el descontento popular
Como de si un manual se tratara, en los últimos años se han producido muchos movimientos similares a lo ocurrido en Ucrania. Tras las revoluciones de terciopelo, que desbarataron los gobierno de varios países aliados tradicionales de Rusia –no dejen de ver el documental francés sobre este tema–,  vinieron las revoluciones árabes en Túnez, Egipto, Libia o Siria. A pesar de los resultados desiguales, el patrón de actuación parece repetirse. Un sector joven de la población inicia las protestas que van atrayendo a grandes masas de la población, que siempre encuentran razones para el descontento contra el gobierno de turno. Sin embargo, las protestas de este tipo ocurren en numerosos países del mundo –los paralelismos con los indignados del 15-M son claros– para disgusto de los medios de comunicación occidentales, que tachan, aquí en España, de "etarra" o "ilegal" a todo lo que se mueve. ¿Por qué es legítimo quemar a un berkut que protege a Yanukovich pero es condenable protestar contra el gobierno de Rajoy, carente de soberanía al haberse entregado a la Troika? 

Cuesta no comprender y compartir muchas de la protestas que se expresan en las plazas de medio mundo. La corrupción es un mal a erradicar, el enriquecimiento desmedido de los oligarcas ucranianos y del propio Yanukovich, tampoco es digno de apoyar. En un país que se despierta todos los días con casos de corrupción como España, muchas personas han simpatizado con Maidán, como simpatizaron con el 15-M. Sin embargo, pasada la polvareda de las protestas, el balance es claro. Quien ha capitalizado los meses de lucha no han sido las desorientadas ideológicamente y muchas veces apolíticas masas indignadas, sino los partidos nacionalistas, los conservadores-liberales y, en el peor de los casos, el fascismo puro y duro. La falta de programa de esa gente que protestaba legítimamente les entrega tarde o temprano a quienes les instrumentalizan desde el primer momento, con el apoyo del capital internacional y de la mass media. Capítulo aparte merece la connivencia de sectores de "izquierda" acordes al legado de la Cuarta Internacional, con análisis dignos de un esquizofrénico.

Cuando ocurre en España, en la Puerta del Sol, el potencial movimiento de indignados abandona la lucha ante la imposibilidad de obtener sus escasos y poco planificados objetivos para desperdigarse en una amalgama de agrupaciones sociales que se expresan cada cierto tiempo –la proxima en Madrid el 22-M– y que no comparte todavía un plan conjunto o una plataforma política definida. De los que iniciaron el 15-M hace tres años, se puede deducir que acabaron en formaciones variadas: desde UPyD –había elementos de las protestas que encajan con la formación de Rosa Díez– hasta colectivos de extrema izquierda, pasando por IU, Partido X, o la última invención Podemos, impulsados estos dos últimos gracias a la red y cierta notoriedad mediática. Incluso surgen partidos de extrema derecha como Vox para atraer a sectores descontentos conservadores.

El pertenecer a un país aliado de EEUU dificulta sensiblemente la labor de las fuerzas trasformadoras. Las diferentes estrategias no acaban de cuajar, los progresos de IU son bastante humildes aunque sea difícil viendo cómo los medios de comunicación intentan construir un escenario de debate en el que la corrupción es el arma política, el argumento del hombre de a pie... No hay aún un profundo cuestionamiento de la estructura del país –es paradigmático que UPyD se considere un partido revolucionario–, sino un simple ejercicio de queja y subsistencia, incentivado desde los creadores de hegemonía. El proceso para acumular fuerzas continúa lentamente y parece depender de lo que ocurra en otros países mediterráneos, especialmente Grecia. La crisis económica que condena a España a ser un país sometido y cada vez más pobre es un buen abono para que la izquierda crezca, a pesar de las dificultades que conlleva luchar contra el sistema y no con el sistema. Por ello, conviene tomar nota de lo que una protesta contra un gobernante corrupto puede llegar a convertirse de no tener claro qué es realmente lo que oprime a la mayoría del pueblo.

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2 comentarios:

  1. Gran reflexión. Poco puedo aportar al análisis de la situación de Ucrania, en primer lugar porque es un país cuya trayectoria no conozco profundamente y en segundo porque ya hay blogs y artículos (como este) que retratan lo ocurrido con mucha mayor precisión que yo.

    Sí me interesa suscribir especialmente el último párrafo, crítico con la idiosincrasia de esas protestas que han nacido en todos los lugares del planeta desde el "fin de la historia". Es curioso como, a medida que la crisis ha ido azotando más y más a este país, las televisiones han incrementado considerablemente su apuesta por el espacio político. Hay más debates y tertulias que nunca, y la condena de la corrupción está cada vez más presente en los media. No obstante, hay un abismo de diferencia entre criticar la malversación de fondos desde la persepctiva marxista (entendiéndola como un problema inherente al capitalismo) y la clásica pataleta de "esque estos políticos son todos unos ladrones", desgraciadamente más presente en las televisiones y barras de bar.

    Me temo que, hoy por hoy, más importante que ocupar las calles es conocer realmente cómo funciona el sistema y por qué hay corruptores y corruptos. De ahí mi especticismo respecto a Podemos y su discurso blandito. Una cosa es hablar a las masas en cristiano y no en "marxiano" y otra soltar chorradas como que país se divide en "gente normal y casta política". De ahí que el 15-M acabe en nada o que las revoluciones de colores pasen a ser orquestadas por la burguesía, el imperio y acaben mezcladas con gentuza que aplica la sharia o reivindica a Bandera.

    Quizás me haya alejado demasiado del tema principal, pero reitero que poco puedo aportar a este colosal, brillante, majestuoso e impecable análisis sobre la situación en Ucrania. Un saludo revolucionario a todos.

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  2. No te has alejado del tema principal, Eduaro Hinda. De hecho, el artículo nació para acabar en esa reflexión y tu aportación resulta enriquecedora. Para saber lo que ocurre, se puede seguir otros blogs, las cuentas twitter que añado, RT –con ciertas reservas, claro está– o a freelanca que han estado allí como Unai Aranzadi

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